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Muletillas de campaña: el arte de enamorar al electorado y no morir en el intento



 "Una definición de locura es realizar una y otra vez la misma acción y esperar resultados diferentes", una frase que se atribuye a Albert Einstein y que resume el accionar de los políticos en campaña tratando de convencer al electorado de sus bondades. Un patrón que se repite cada dos años y que en cada una deja en evidencia que quienes se dedican a la política conocen poco y nada el sentir y pensar del elector. 

Las fotos, los "storytelling" que surgen de cada visita (si, así lo siguen llamando: visitas, reuniones, recorridas) hacen difícil imaginar que la muchachada política siga pensando que eso es noticia para el vecino que hace una bocha de años los ve salir con total indiferencia a realizar su "changuita" electoral. Al igual que la nostalgia militante que los impulsa a pinturrajear paredones y embadurnar las calles de papeles, afiches y carteles. 

Su cabeza programada con un chip de campaña obsoleto los motiva a mostrar "la" foto con algún personaje "de arriba" que es representativo e importante para el consumo interno pero que a "la gente de a pié" (como suelen llamar al elector) le resulta indiferente. 

Como la historia es circular y los mismos personajes han pululado durante décadas en los diferentes espacios políticos, cada dos años los vemos posando abrazados con el candidato local, dándose la derecha, con cara de cholulo uno y de ¿Qué estoy haciendo acá? el otro. Ya estuvieron antes y nunca más volvieron a dar una respuesta a todo lo que la gente les planteó y esperó de ellos y la gente tiene memoria. No está bueno sentirse usado y descartado-

Es cierto que en política una imagen vale más que mil palabras, porque muestra una intervención, una acción real y en ese punto radica su valor, pero si no están acompañadas por un relato que le aporte el marco de referencia para  reforzar el mensaje (o comprenderlo) se pierde en la maraña de imágenes exactamente iguales de todos los candidatos.

Propongo como ejercicio, hacer un recorrido por las redes sociales de los candidatos de todos los espacios y colores  y como desafío buscar diferencias entre una campaña y otra (las canas no cuentan). 

Un político en campaña descubre cada dos años un mundo que no conocía, vivencias cotidianas que le son ajenas y que olvida tan pronto como termina la campaña electoral. Los canales que se abrieron para interactuar con los vecinos de repente se cierran y si te he visto, no me acuerdo.

Antes de cerrar estas notas surgidas desde las "pelotus llenaes",  síndrome provocado por la irrupción política en nuestras vidas va un consejo con buena voluntad: aquellos que ocupan un lugar en la función pública desde hace más de un período, háganse cargo de su propia historia, de sus aciertos y fracasos y si bien está bueno que cuenten sus proyectos a futuro, a más de uno (entre los que me incluyo) le da por preguntarse que carajo estuviste haciendo hasta ahora.

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